En distintas atmósferas hemos escuchado hablar de la Revolución Industrial 4.0 o simplemente Industria 4.0. Esta concepto engloba todo el universo de las nuevas tecnologías y su uso cotidiano en la industria, educación, comunicación, el entretenimiento, y hasta la política. Este universo lo podemos dividir en complejos subsistemas que se denominan: Internet de las Cosas (IoT), Cadenas de Valor, Analitics y Big Data, Machine Learning, Inteligencia Artificial (AI), Sociedad de la Información, Smart Cities, Smart Technologies, Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC´s) en la Educación, Web 2.0, Comunicaciones M2M (Machine to Machine), comunicaciones H2M (Human to Machine) y Predicts (Manufactura virtual-cognitiva), Realidad Virtual y Realidad Aumentada. Curiosamente no son conceptos que sean ajenos al común de las personas, de alguna u otra forma están inmersos en estas ideas, por lo que existe una convivencia, una relación simbiótica y casi obligada con los temas. La Revolución Industrial 4.0 no ofrece nada diferente a lo que la ciencia ficción ya haya proyectado.
Por lo tanto, la industria de la comunicaciones no está ajena a esta revolución, es más, es la más cercana después de la industria manufacturera. En las comunicaciones y periodismo los creadores de noticias se están enfrentando a nuevas herramientas en medio de una nueva sociedad, exigente, participativa, pero fácil de desinformar ante la vorágine de noticias falsas.
El periodismo, tiene que echar mano de las nuevas herramientas para estar al mismo paso que las noticias, es decir, eventos que están ocurriendo y que son de interés público. El periodista se adapta a estas nuevas tecnologías para transformarse en una suerte de periodista transmedia. La competencia que ocurre para estar en la noticia es contra el mismo tiempo, pareciera que este se diluye en medida que ocurre, se vuelve liquido, se disuelve o se evapora, parafraseando a Bauman.
El periodismo transmedia no es otra cosa que un nuevo género que se suma a los géneros tradicionales frente a la lista de los enumerados por Campbell (artículo, nota, entrevista, foto reportaje, columna). Estos periodistas transmedia deben pues ayudarse de nuevas narrativas para enganchar, aunque sea un instante, a la audiencia de su medio. Estas nuevas narrativas, ahora llamadas storytellings, deben aportar información, permitir la participación de los espectadores y sobre todo ser compatibles por estos.
Los retos del fotoperiodismo ya no serán traer la mejor foto en la velocidad más inmediata, sino la mejor foto para atrapar a las audiencias. Muchos editores de portales aun no entienden que la velocidad no es sinónimo de calidad. Las nuevas narrativas echan mano de las distintas disciplinas como el video, el texto, la foto, la música y la síntesis para crear clips de video que generen este interés. Y es entonces donde el periodismo transmedia como género aparece.
Para la nota regular, basta con un twit, un avance y una foto desde el smartphone; pero la nueva manera de reportear requiere habilidades narrativas que están mas cerca del cine que del diarismo simple. En los próximos meses veremos hordas de reporteros transmedia con smartphones transmitiendo en redes sociales (lo cual es más fácil, económico y rápido) en directo las campañas políticas de cara a las elecciones presidenciales, en las que además se renuevan alcaldías, diputaciones locales y Senado de la República. Pareciera el final de la buena foto contra la velocidad de la inmediatez. El reto será ofrecer nuevas ópticas de los acontecimientos políticos -de por si ya aburridos-, para romper el hartazgo de la sociedad frente a la política que no ofrece novedades, sino solo un reciclaje de personajes.
