Columna EncontrArte: Dragón Rojo.

Por Karla Verastegui

El Dragón Rojo nació en Santiago de Querétaro un 8 de octubre de 1963 y su muerte fue anunciada el  día 14 de julio del 2021. Su trayectoria fue reconocida por muchos, admirada por otros más, envidiada quizás por otros tantos y respetada por los que tuvimos el honor de conocerle, convivir con él y quienes tuvieron el placer de ser sus pupilos y discípulos.

Su nombre de pila fue Andrés Garrido del Toral, se tituló como Licenciado en Derecho y llego a obtener el grado de Doctor en Derecho. Su interés por la comunidad y su pasión la política, lo llevaron a ser presidente del Partido Revolucionario Institucional   y a ocupar la silla presidencial municipal como  interino  en el año de 1991.

El Dragón Rojo fue bohemio por convicción, le gustaba acompañar las buenas platicas con una copa de buen vino y un cigarrillo, el cual disfrutaba del  envolver sus bocanadas de humo  con temas de su interés como la cultura, la historia, los recuerdos y sus anécdotas. Tanto como el de  tomar un micrófono para deleitarnos con su fuerte voz,  con algún bolero o de su época universitaria cuando perteneció a la Estudiantina de la Universidad de Querétaro. Fue un amante del arte y la cultura, llevándolo de la mano con dudas y preguntas  por el camino de la investigación. Un eterno lector que le permitió ser un delicioso narrador de la vida y aconteceres del Estado. Y ese andar le dio el orgullo y la satisfacción de ser  tanto Cronista del Estado de Querétaro, como de su capital.

El también conocido bajo el mote de  “DIVO” fue catedrático de su máxima casa de estudios, La Universidad Autónoma de Querétaro, su gran amor y  en la que tuvo la oportunidad de transmitir sus conocimientos y experiencia a miles de estudiantes de licenciatura, maestría y doctorado, por lo que dejo huella en las generaciones posteriores a él.

Sobre su etapa como cronista, no me atrevería a asegurar que fue el mejor, porque cada uno de nuestros Cronistas municipales tiene su estilo y personalidad particular y  con historias por compartir igual de interesantes. Pero sí confirmo que ha sido hasta el momento, el único que al escribir la historia, entretejía su propia  historia con la de nuestro estado.

Hoy las calles de Querétaro y sus andadores no podrán disfrutar de sus caminatas erguidas, de este Dragón rojo vestido de catrín y perfumado, con un carácter alegre, bromista, coqueto, alburero, irónico e incluso sarcástico del apreciado Dr. Andrés Garrido del Toral.

A unas horas de su partida le hubiera dado gusto y engrandecido su ego al ver todo el cariño que su natal ciudad le tenía. Tanto que por unas horas, las redes sociales se inundaron de despedidas, de pésames,  de su currículo, fotografías y su partida  fue la noticia más importante del Estado. Esto último le hubiera encantado y más le hubiera gustado corregir a más de uno.

Y en estas horas los recuerdos para mi llegan y se golpean tanto en mi cabeza como en mi corazón y se preguntaran porque le digo Dragón Rojo.

 

 

Iniciaré contándoles que nuestros caminos se cruzaron en los años ochenta. Yo apenas un adolescente de la Estudiantina del Colegio La Paz y él todo un artista universitario de la Estudiantina de la Universidad Autónoma de Querétaro;  por lo que en algunas ocasiones teníamos que compartir el mismo escenario cuando las agrupaciones musicales eran invitadas a los mismos eventos.

Mi maestro en aquel entonces era Raúl Bustamante, compañero y amigo de Andrés Garrido del Toral, por lo que en ocasiones también fungió como mi maestro musical y del cual recibí mi primer pésame antes de los 18 años, cuando desgraciadamente Raúl Bustamante falleciera en un trágico accidente, justamente con la estudiantina de la Paz.

Pasó el tiempo y nos volvimos a encontrar en museos, bibliotecas, eventos culturales y fue cuando  comencé a recibir invitaciones a las presentaciones de algún libro de su autoría. No sé si fueron los temas en común, las entrevistas, los acuerdos y desacuerdos, los que  a lo largo del tiempo crearon una cadena de amistad con la sinceridad que eso conlleva.

Cuando comencé a escribir, no solo me apoyo, me alentó, me corrigió, me regaño y  me crítico. Fue más que eso… ¡me enseño!

Dentro de sus consejos, repetía lo que tanto decía el Maestro. Gabriel García Márquez, ¡Para ser escritor primero hay que ser lector!

Presumía de su extensa cultura y de su memoria extraordinaria, a tal grado que participo en el programa  “El Gran Premio de los 64,000 pesos” que conducía el periodista y pionero de la televisión mexicana Don Pedro Ferriz Santa Cruz, programa que transmitió desde el Teatro de La Republica resultando el queretano Garrido del Toral como ganador.

Siempre se dio el tiempo para que compartiéramos el desayuno aun sabiendas que el motivo era para que me proporcionara datos de la historia de Querétaro. Le causaba risa que me burlara de su mote de Divo, argumentándole que su hermano Víctor (Tito) que también perteneció a la Estudiantina fue el galán de aquellos tiempos.

Debo de reconocer que cada columna que escribí sobre sus textos fue agradecida, nunca dejo de hacerlo. Pero más agradecida estoy yo, porque siempre se dio un tiempo para revisar mis datos históricos, pero sobre todo por la confianza de haberme confiado sus textos para que los leyera antes de ser editados, alguno que otro aún se encuentran en mi computadora.  

A pesar de tantos recuerdos creados juntos, también existieron las discrepancias. Él admiraba al Ex Presidente Benito Juárez y yo a Maximiliano de Habsburgo, siempre lo sacaba de juicio, cuando le decía que en Querétaro se llevó a cabo un acto de barbarie en el Cerro de las Campanas con el asesinato de Miramón, Mejía y Maximiliano. Aun con sus justificaciones nunca  pudo hacerme cambiar de opinión.

Sus libros los atesoro no solamente como libros de consulta, si no como la memoria impresa de esta noble ciudad, y grandioso estado que tanto amamos los dos y que dentro de sus páginas encontramos como sus personajes, a  aquellos ciudadanos de apellidos ostentosos, los políticos recientes, las historias y secretos de las calles y sus andadores. A todos los convirtió en inmortales aun sin que lo merecieran algunos.

Sus primeros libros me fueron dedicados como “Con cariño de amigos” “Con Cariño de colegas” pero hay uno en especial que su dedicatoria se convirtió en nuestra forma de escribirnos, de hablarnos… fue nuestro secreto.

Ese libro lleva por nombre “A 190 años de la creación del estado de Querétaro”  y en el cual su dedicatoria dice: “Para mi Querida Pitufa Azul Karla Verastegui, con mi cariño eterno… Tu Dragón Rojo”. Porque a pesar de haber aceptado trabajos en gobiernos Panistas el siempre… siempre fue PRIISTA.

A pesar de nuestras discusiones donde yo le aseguraba que no soy partidista, que no milito en ningún partido, que me interesa el candidato más que el partido, nunca logre convencerlo. Argumentándome  que yo era muy azul (panista) y el muy rojo (priista) y desde ese momento comenzó a firmarme sus libros, mail y mensajes como el DRAGON ROJO, así que para mí ya no era el Divo, ni el Cronista o el Doctor como le gustaba que lo llamaran… se convirtió en “EL DRAGON ROJO”.

Hoy me quedo con los recuerdos, las anécdotas, el aprendizaje, sus personajes, sus historias y sus bromas.

Atesoro su confianza, su amistad y sus alegatos.

Reconozco, admiro, respeto y agradezco su voz, su trayectoria, su memoria y  su sabiduría. En lo personal me entristece la partida en este plano de un mentor, de un maestro y sobre todo de un amigo. Y esa tristeza llega al mundo de la cultura a la que le hará falta  una gran pluma que deja de plasmar lo que a futuro les daría identidad a los que llegarán a esta noble y barroca Ciudad de Querétaro, y que en estos momentos su memoria está de luto.

Descansa en paz y vuela alto con orgullo y satisfacción  Doctor Andrés Garrido del Toral,  porque la vida seguirá escribiendo historia…

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